Desayuno del día de la mujer, con rosa incluída.
Expedicionaria profesional del submundo!
Esto fue antes de comer.
Ideas en erupción
¿Adónde mira la expedición?
Árbol y su flor amarilla (mientras subíamos al volcán)
Suelo volcánico.
Boca humeante del volcán.
Pared derecha desde el mirador al volcán Masaya.
Su puesto y sus sonrisas, nuestro tiempo de confidencias.
La tarde juntos hablando, al tiempo que atendían la tienda. Gracias
Estoy al fondo, detrás de Alba, Puri y Pura.
El centro bajo una inesperada lluvia de verano. Aula de conferencias y ranchón.
lunes, 10 de marzo de 2008
domingo, 9 de marzo de 2008
Día especial
En este barullo de sensaciones y acumulación de vivencias, quiero hablar del día de ayer. Fue para mí muy especial, uno de esos días que podrías tener en la reserva de los mejores de tu vida. Me levanté tempranito, a eso de las 6:15 para recibir la mañana de Ticuantepe en soledad... Después de unos ejercicios de yoga mirando al sol, con el ruido matutino de los ruidosos pájaros y la compañía de uno en especial, de lomo amarillo, lo siguiente fue vestirme e ir a desayunar... Uhnnmmmmm desayunar! ¡adoro comer! y más comer fuera de mi casa (pero a esto convendría tal vez dedicar un apartado extra...) El caso es que en nuestro "Picaditas" el restaurante- terraza donde nos desplazamos a desayunar, comer y cenar todos los días, nos sirvieron ¡pankekesss con salsita de chocolate con almendrassssssssssss! con nuestro jugo habitual y ¡fruta! Hasta recordarlo es un auténtico placer... Pero "no me voy a detener más!" En 10-15 minutos nos encontrábamos ya en la falda del volcán Masaya, vimos el centro de interpretación ysalimos de camino a la boca del volcán. A nuestro alrededor, no había tierra, todo era piedra basáltica negra, y vegetación... La ruta a pie terminó pronto porque unos grititos me hicieron volverme y encontrar a mis co-brigadistas subidas en la vaca del autobús de Orlando (nuestro conductor -de sueños-) No me pude resistir y el resto de la subida fue emocionadas, gritando como tontinas, sintiendo el sol y el viento y los bultos del camino... A la llegada el olor a azufre se hizo notar, la boca del volcán parecía estar fumando un Churchil interminable. Las vistas eran impresionantes. Para estar mirando todo el día. Pero quedaban las cuevas, uno de los jóvenes guías me obsequió con una entrevista sobre creencias y mitos nicaragüenses de excepción, una gozada de informante. Al terminar la visita fuimos a comer a Masaya, y tras descansar bebiendo unos refrequitos, unos chicos de la calle, de un proyecto cultural hicieron en el restaurante una exhibición de malabares y acrobacias para los poquitos que estábamos, otro lujo de los que nos hacen saborear cada momento. Pero aún quedaba el resto de la tarde (y por supuesto la comida, nuggets de pollo, camarones, papas, arroz y tostones sobre una gran mesa de madera compartida por todos con vistas a un gran lago...) Lo siguiente fue visitar el mercado de Masaya, donde pude aprovechar la media horita para conversar con unos vendedores también sobre las creencias, mitos y leyendas de Nicaragua. No olvidaré sus sonrisas y risas de complicidad. Pero esto continuó, y rematando el día nos dirigimos a Catarina uno de los pueblos brujos, donde se vende bastante artesanía y encontramos el mirador de Apoyo. Pude preguntar a varios tenderos por lo mismo, contándome sus confidencias con gran generosidad. Y terminaba la tarde cuando me incorporé a un juego improvisado entre tres co-brigadistas y 4 niños del pueblo. Jugamos a piedra-papel o tijera apostando chicles!! Les dimos una auténtica paliza, pasamos un rato muy divertido. Y para culminar la tarde-noche un chico nos dio un paseo en una moto- taxi, íbamos 6, no había puertas delanteras, se me hizo tan corto...
A la llegada al centro la noche nos recibió con una lluvia, lo más propicio para soñar con el día posterior...
A la llegada al centro la noche nos recibió con una lluvia, lo más propicio para soñar con el día posterior...
lunes, 3 de marzo de 2008
miércoles, 27 de febrero de 2008
Al irme a la cama
Al despertar encontré un blog lleno de mensajes que llevar a mi cama; ahora que son las doce y media, en la vida en Nicaragua. En este lapsus semionírico hemos visitado un casino en Costa Rica con un cielo de nubes encendidas donde he bailado salsa; he visto árboles con grandes flores amarillas y bugambillas naranjas y rosa pálido, y quercus elegantisima en un bosque de nebliselva; me refrescó la sonrisa una cascada de la reserva del Brujo; he escuchado leyendas sobre la Cegua, la mocuana o la Carretanagua en la noche de la reserva natural Tisey-Estanzuela, contemplando la coordillera de volcanes en la frontera con Honduras; he asistido a un concierto compartido de dos jóvenes artistas; me regalaron una rosa azul; nadé y me dejé llevar en un neumático sobre las aguas del cañón de Somoto y comí delicioso queso de cabra Nica entre sus paredes abiertas; asistimos a un homenaje a un general sandinista en la frontera entre Costa Rica y Nicaragua; compramos fruta en el mercado de Sébaco; compramos chucherías como cajeta o pan con mermelada de melón (típico). Y recuerdo aún mi último peldaño antes de hoy: la nebliselva desperezándose; el desayuno, la comida y la cena, juntos compartiendo la dieta nicaraguense (jugo o café, frutas, frijoles, arroz, verduras...); la compañía de Aldo y Carla; las gentes de la comunidad de Venecia, los niños, los músicos... Yute, su padre y el olor dulzón del café desvestido; las niñas y sus vestidos blancos y las madres en sus casas, en el camino... Los más pequeños intercambiando infancia con Elena y conmigo; la fogata compartida; Glenda y Gretel, y Jairo, y el niño que se acordaba de mi nombre, por querer una pulsera hecha por mí, y regalarme además su compañía; los campesinos que cantaban las estaciones de su sueño; los jóvenes galanes deslumbrados ante un futuro de ciudad en blanco, sin negro. ¿Cómo puedo explicar todo esto? ¿cómo puedo saber lo que siento, tan pronto? En siete días, y 9, contando el embarque en esta "chunche". De momento sé que estoy aquí, tumbada, suspendida en la hamaca del rancho. De momento sé que he viajado.
sábado, 9 de febrero de 2008
Dónde están mis maletas
La otra noche soñé, entre otras cosas, que había perdido mis maletas. Al despestar...
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